¿Eso Funciona?
Un curso típico de tratamiento médico comenzó la mañana del 13 de julio de 1824. Un sargento francés fue apuñalado en el pecho mientras estaba en combate individual. En cuestión de minutos, se desmayó por la pérdida de sangre. Al llegar al hospital local fue desangrado inmediatamente veinte onzas (570 ml) "para prevenir la inflamación". Durante la noche fue desangrado otras 24 onzas (680 ml). Temprano a la mañana siguiente, el cirujano jefe desangró al paciente otras 10 onzas (285 ml); Durante las siguientes 14 horas, fue desangrado cinco veces más. Los asistentes médicos, por lo tanto, eliminaron intencionalmente más de la mitad del suministro de sangre normal del paciente, además de la pérdida de sangre inicial que causó que el sargento se desmayara. Las hemorragias continuaron durante los siguientes días. Para el 29 de julio, la herida se había inflamado. El médico aplicó 32 sanguijuelas a la parte más sensible de la herida. Durante los siguientes tres días, hubo más hemorragias y un total de 40 sanguijuelas más. El sargento se recuperó y fue dado de alta el 3 de octubre. Su médico escribió que "por la gran cantidad de sangre pérdida, que asciende a 170 onzas [casi once pintas] (4,8 litros), además de lo que se obtiene por la aplicación de sanguijuelas [quizás otras dos pintas] (1,1 litros), la vida de la paciente fue preservada". Según los estándares del siglo XIX, trece pintas de sangre tomadas en el espacio de un mes era una cantidad grande, pero no excepcional. La literatura médica del período contiene muchos registros similares, algunos exitosas, otras no. [27] Publicado en el Lancet, febrero 1825.
Esta práctica la cual suena aberrante y hasta un poco perversa se realizó por siglos. Se consideraba muy efectiva y práctica en los círculos médicos. Blood letting (Derramamiento de sangre o sangría). Un método que se practicaba desde hace 3,000 años. Este es un ejemplo de cómo se administraba dicho tratamiento. De hecho, se especula que el presidente George Washington murió por complicaciones de dicha aplicación. Hoy en día la práctica pasó de moda y no se usa excepto en condiciones extremas en casos particulares como hemocromatosis, policitemia vera, enfermedad de células falciformes, y la enfermedad del hígado graso no alcohólico con hiperferritinemia. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4957680/ Sin embargo, fue un tratamiento muy popular por más de un siglo. ¿Por qué algo tan ineficiente y peligroso se popularizó por tantos años?
Sencillo, fue el resultado de una interacción dinámica de presiones sociales, económicas e intelectuales que nos siguen afectando hasta el día de hoy.
En esta publicación de blog vamos a darte una herramienta muy poderosa para discernir entre algo que verdaderamente tiene el potencial de ayudarte a ser mejor.
Vivimos en la era de la información, constantemente bombardeados de nuevas y mejores formas de vivir. Ahora tú, como consumidor, ¿cómo puedes distinguir entre algo valioso, algo indiferente, o algo peligroso?
Hoy hablaremos sobre cuatro filtros que usamos para saber la validez de algún producto, servicio, o filosofía usando un marco de tu salud y bienestar.
Sin más preámbulos, comencemos:
Filtro 1
El primer punto es evidencia científica. En el campo de evidencia científica y en el campo de la medicina se usa un ranking de mérito y validez basado en el tipo de estudio o investigación que se usó para llegar a las conclusiones. Esta va clasificación de menor a mayor validez, opiniones expertas, a estudios de personas individuales (N=1), Randomized control trials (RCT’s o Ensayos de control aleatorios en español), a lo más sofisticado que son metaanálisis de múltiples, RCT’s Randomized control trials donde se agregan todos los estudios de alto mérito y se llegan a conclusiones mayores.
Usaremos este método como nuestro primer filtro. En nuestra cultura popular, este no es el nivel de escrutinio con que filtramos la información. Supuestos expertos aparecen en TV y en las redes sociales con cualquier narrativa que confunde causalidad con correlación y automáticamente caemos en la trampa cognitiva de creer en algo que simplemente no es cierto. La verdad no siempre se correlaciona con nuestra percepción, por eso usamos el método científico para cuestionar nuestra asunciones y llegar a la verdad. Y por ende, estudios publicados en literatura revisada es un buen comienzo. Pero eso no es todo.
Filtro 2
¿Pasas la prueba de Lindy? El efecto Lindy básicamente dice que algo no perecedero durará al menos el doble de lo que ya lleva en existencia (cita). En otras palabras, mientras más vieja es la idea, el producto, o el servicio, más probabilidad tiene de ser de valor. El mejor ejemplo de esto son objetos como la silla o una cuchara o u buen libro clásico. Hoy en día los humanos creamos más información en 3 años que toda la información y contenido creada desde el principio de la humanidad al año 2000. Sin embargo, hay libros que desafían el embate del tiempo. Clásicos de los estoicos escritos miles de años atrás, La Biblia, o algunos más recientes como Shakespeare superan la prueba de Lindy. Mientras tu ultimo tweet o post en Instagram es olvidado (si no ignorado) inmediatamente. Mientras más antigua la idea o el producto, más probabilidad tiene de ser útil para ti.
Filtro 3
El otro filtro que usaremos será el análisis de riesgo beneficio. Si el servicio o producto tiene efectos secundarios explícitamente descritos y apreciables los compararemos con otros métodos que no incluyen riesgos. Si desconocemos los posibles efectos adversos, designamos el método peligroso porque, en efecto, lo puede ser y vamos a enfocarnos en lo que ya está probado. Este es un punto muy importante. En ocasiones ya sea por hábitos o información fatula, podemos asumir que algo común es normal y aceptable como fue el caso de los sangrados terapéuticos del siglo pasado. Hoy en día, los medicamentos y cirugías caen en este renglón. Ocho de cada diez muertes en Estados Unidos están causadas por enfermedades crónicas que se pueden prevenir modificando el estilo de vida. Sin embargo, estas enfermedades se atienden principalmente con medicamentos. En la mayoría de los casos ignorando el potencial adverso que esta estrategia puede generar (muerte por medicina).
Filtro 4
El último filtro es practicabilidad. ¿Qué tan económico es el método? ¿Qué tan compatible es con tu fisiología? En nuestro mundo de optimización, el tiempo y el dinero guardan una relación directa. Nos enfocaremos en métodos que sean lo más económicos posibles en términos de tiempo y dinero. Tomar agua es más conveniente que un suero para resolver un problema de deshidratación. Hacer ejercicio y comer saludablemente es más práctico y económico para rebajar que una operación bariátrica. Busca alternativas fáciles y económicas. Trabaja esas antes de aumentar gastos y complejidad. Como decía unos de los vencedores del efecto Lindy, Leonardo Da VInci “La simpleza es la forma más alta de sofisticación”.
Conclusión
El mejor investigador en el mundo que te puede ayudar eres tú. Si te interesa mejorar tu rendimiento y crear un mayor impacto en el mundo haz experimentos en ti mismo. Al final del día lo más importante es cómo esto te hace sentir a ti. Las variables genéticas, ambientales son casi imposibles de controlar en su totalidad. Dado esto, al final del día tienes que arriesgarte. Usa estos cuatro filtros para filtrar cuentos y llegar a tus propias conclusiones. Tienes que probar para llegar a tus propias conclusiones. Conviértete en un fisionauta (me acabo de inventar la palabra). Explora las fronteras de tu capacidad con coraje y valentía. Integra lo que te funciona y deshazte de lo que no. Quién sabe, tal vez descubres algo nuevo y trascendental, lo compartes y nos ayudas a todos.